El beneficio de visitar el templo

Cierta vez, un visitante le preguntó a Su Eminencia Chagdud Tulku Rinpoché si es que había beneficio en su visita al templo de Khadro Ling. Rinpoché le respondió:

Existen muchas tradiciones religiosas y todas tienen sus objetos de oración. ¿Cómo hacemos, entonces, para recibir el beneficio?

Así como precisamos de una vasija con la boca para arriba para coger agua de lluvia, de la misma manera precisamos abrir nuestro corazón y nuestra mente para recibir las bendiciones de la compasión, sabiduría y poder de los seres iluminados. Estas bendiciones son emanadas a todos, ricos y pobres, buenos y malos. La energía de los seres iluminados es como el sol, brilla imparcialmente sobre todos los seres sin excepción, pero, para que el brillo del sol pueda verse es necesario abrir los ojos. Para sentir su calor, es necesario exponerse a sus rayos. De la misma manera, para recibir las bendiciones de los seres iluminados, es necesario abrir nuestros corazones.

Abrir el corazón significa tener fe. Cuando rezamos, colocamos la vasija con la boca para arriba para recibir el agua de lluvia; abrimos los ojos para ver el brillo del sol. Este templo fue construido con el propósito de beneficiar a todos los que lo ven, a los que escuchan hablar de él y hasta a aquellos que oyen el viento soplar por sus paredes, a todos los que caminan sobre su piso o se acuerdan de él.

El templo es un receptáculo para la energía iluminada del cuerpo, del habla y de la mente. Las personas pueden visitar el templo como turistas que quieren ver una novedad y objetos interesantes. Pueden, también, venir con la intención de encontrar alivio para situaciones difíciles como problemas físicos, emocionales, financieros o de relaciones, que forman parte de nuestra condición humana.

Si rezamos con fe e invocamos las poderosas bendiciones de los seres iluminados, podemos superar nuestros obstáculos a nivel individual y también colectivo, a nivel de nuestra ciudad, nuestro país, de este planeta y este universo. Nadie quiere sufrir. Todos quieren alivio, y el alivio comienza al entender que la fuente del sufrimiento son nuestras propias acciones, palabras y pensamientos negativos. ¡Especialmente nuestros pensamientos! Nuestras acciones y palabras siguen el curso de nuestros pensamientos.

La fuente del sufrimiento puede ser purificada cuando vamos a una iglesia o a un templo, rezamos con profundo arrepentimiento, tomamos el compromiso de no repetir los errores y pedimos por las bendiciones de absolución de los seres iluminados.

Al reconocer que la fuente de la felicidad es la virtud, el templo ofrece una oportunidad para hacer ofrendas de agua, lamparillas, incienso y flores. Los seres iluminados no precisan de estas ofrendas, pero por la generosidad de su acción usted genera mérito, que es la fuente de la felicidad. La sabiduría de la realización espiritual surge del mérito, como también el bien estar y prosperidad presente y futura.

Finalmente, las oraciones que hacemos con intención pura y compasiva, y la virtud que ellas generan, son incrementadas mediante la dedicación. En lugar de apegarnos a nuestra virtud, la ofrecemos a corazón abierto, para el beneficio de todos los seres. Dedicar nuestra virtud de esta manera nos asegura que ella no sólo pasará a ser inagotable sino que también gozará de una expansión contínua. De esta manera, una sola visita al templo pude volverse una fuente de bondad para todo el universo.

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